lunes, 1 de abril de 2019

 SOBRE EL CAMINO DEL SURESTE
Si buscamos base histórica y documentada sobre el Camino del Sureste es habitual recurrir al cartero real Pero Juan Villuga y a su libro titulado “Repertorio de todos los caminos de España, hasta agora nunca visto en el cual hallaran cualquier viaje que quieran andar muy provechoso para todos los caminantes.” Este libro se editó en Medina del Campo en 1546. Unos años después, en 1.576, es Alonso de Meneses quien manda editar otro “Repertorio de Camino”. En ambos se detalla el recorrido entre Alicante y Santiago con las distancias entre los principales pueblos medidas en leguas.
Hay otros testimonios más cercanos en el tiempo que corroboran la existencia de este Camino, como es el de los hermanos Javier y Alberto Martín-Artajo que lo realizaron en  1.926 saliendo desde Madrid acompañados de los hermanos Rafael y Luis Solana y lo narra Javier en el libro “Camino a Compostela” editado en 1.954 y reeditado en 1.976.
Describiendo el recorrido pos nuestra zona comenta lo siguiente:
En seis días atraviesan la llanura castellana por donde la carretera blanca y polvorienta se prolonga en línea recta buscando la torre de la iglesia vecina y caminan gozando de los dilatados horizontes que le ayudan en sus meditaciones y dice que “la travesía es para hacerla paso a paso y no para relatarla con palabras, se suceden los amaneceres y las puestas de sol sin que se produzcan hechos extraordinarios que narrar. Sin embargo, el peregrino, en cada minuto, va rumiando sus propios pensamientos; esto le basta”.
Durante el camino, piensan, rezan el rosario y se desean la paz de Dios con los caminantes que se cruzan. Por Ataquines, donde la cañada cruza la carretera, se encuentran con gitanos y con un auténtico peregrino con el que conversan. Llegan a Arévalo cuando el sol se pone y en Medina del Campo contemplan el ocaso desde las almenas del castillo de La Mota. A las puertas de Rueda hablan de su buen vino con un perito agrícola. En Tordesillas, la renombrada sede de desgraciados amores, contemplan el más bello atardecer, cerca del Duero. Pasan el kilómetro 200 y antes de la Mota de Marqués, se encuentra cansado y por, un momento, hasta reniega de la desnudez de Castilla, y al llegar les brindan hospitalidad dos distinguidas señoras, venidas a menos, en cuya casa encuentran una buena biblioteca. Cerca de Villalpando ven esconderse el sol tras la sierra de la Culebra.
Por las noches contemplan el cielo estrellado. Y también recuerda a otras gentes con las que se encuentran: muchachos guardando las mulas; guardas de pinares y viñas; la guardia civil, que los deja seguir gracias a un salvoconducto que portaban; las venteras o posaderas que le preparaban las comidas, destacando algunas, como la señora Teresa, en Villardefrades, como ejemplo de mujer castellana apañada y cabal, al despedirse les piden que recen por ellas.
Comenzando una tormenta llegan a Benavente y don Bernardino, el cura, los guía por la ciudad y les enseña lo que fue una Hospedería de Peregrinos, que daba testimonio de las antiguas peregrinaciones y que ven como un hito del Camino de Santiago…”
Javier Martín-Artajo nació en Madrid. Abogado, articulista y autor de varios libros. Fue diputado en Cortes. Como curiosidad, decir que junto con un grupo de amigos erigieron y costearon el Monumento al Pastor que se puede contemplar en el desfiladero de Pancorbo.

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