SOBRE EL CAMINO DEL SURESTE
Si buscamos base
histórica y documentada sobre el Camino del Sureste es habitual recurrir al
cartero real Pero Juan Villuga y a su libro titulado “Repertorio de todos los
caminos de España, hasta agora nunca visto en el cual hallaran cualquier viaje
que quieran andar muy provechoso para todos los caminantes.” Este libro se
editó en Medina del Campo en 1546. Unos años después, en 1.576, es Alonso de
Meneses quien manda editar otro “Repertorio de Camino”. En ambos se detalla el
recorrido entre Alicante y Santiago con las distancias entre los principales
pueblos medidas en leguas.
Hay otros
testimonios más cercanos en el tiempo que corroboran la existencia de este
Camino, como es el de los hermanos Javier y Alberto Martín-Artajo que lo
realizaron en 1.926 saliendo desde
Madrid acompañados de los hermanos Rafael y Luis Solana y lo narra Javier en el
libro “Camino a Compostela” editado en 1.954 y reeditado en 1.976.
“En seis días
atraviesan la llanura castellana por donde la carretera blanca y polvorienta se
prolonga en línea recta buscando la torre de la iglesia vecina y caminan
gozando de los dilatados horizontes que le ayudan en sus meditaciones y dice
que “la travesía es para hacerla paso a paso y no para relatarla con palabras,
se suceden los amaneceres y las puestas de sol sin que se produzcan hechos
extraordinarios que narrar. Sin embargo, el peregrino, en cada minuto, va
rumiando sus propios pensamientos; esto le basta”.
Durante el camino,
piensan, rezan el rosario y se desean la paz de Dios con los caminantes que se
cruzan. Por Ataquines, donde la cañada cruza la carretera, se encuentran con
gitanos y con un auténtico peregrino con el que conversan. Llegan a Arévalo
cuando el sol se pone y en Medina del Campo contemplan el ocaso desde las
almenas del castillo de La Mota. A las puertas de Rueda hablan de su buen vino
con un perito agrícola. En Tordesillas, la renombrada sede de desgraciados amores, contemplan
el más bello atardecer, cerca del Duero. Pasan el kilómetro 200 y
antes de la Mota de Marqués, se encuentra cansado y por, un momento, hasta
reniega de la desnudez de Castilla, y al llegar les brindan hospitalidad dos
distinguidas señoras, venidas a menos, en cuya casa encuentran una buena
biblioteca. Cerca de Villalpando ven esconderse el sol tras la sierra de la
Culebra.
Por las noches
contemplan el cielo estrellado. Y también recuerda a otras gentes con las que
se encuentran: muchachos guardando las mulas; guardas de pinares y viñas; la
guardia civil, que los deja seguir gracias a un salvoconducto que portaban; las
venteras o posaderas que le preparaban las comidas, destacando algunas, como la
señora Teresa, en Villardefrades, como ejemplo de mujer castellana apañada y
cabal, al despedirse les piden que recen por ellas.
Comenzando una
tormenta llegan a Benavente y don Bernardino, el cura, los guía por la ciudad y
les enseña lo que fue una Hospedería de Peregrinos, que daba testimonio de las
antiguas peregrinaciones y que ven como un hito del Camino de Santiago…”
Javier Martín-Artajo nació en Madrid. Abogado, articulista y
autor de varios libros. Fue diputado en Cortes. Como curiosidad, decir que
junto con un grupo de amigos erigieron y costearon el Monumento al Pastor que
se puede contemplar en el desfiladero de Pancorbo.
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