FELISA Y MARÍA…DESCANSEN EN PAZ
Estos detalles totalmente altruistas
junto al buen carácter de ambas mujeres ganaron el afecto y agradecimiento de
los caminantes quienes dejaban mensajes como recordatorio en un cuaderno que
ellas ponían a su disposición.
Felisa dedicó 20 años de su vida a
esta misión de hospitalera hasta que falleció a los 92 años. María la continuó
en solitario, a veces ayudada por sus nietos, casi otros veinte años. Espero
que su espíritu hospitalario continúe vigente en el mismo lugar, de cara a la
ciudad de Logroño, bajo la higuera y al borde del camino repartiendo “Higos,
Agua y Amor” como reza en su sello.
Quiero recordarla un 14 de julio de 2001 sentada en su silla bajo la sombrilla para suavizar el calor del verano (en invierno disponía de una estufa para hacer frente al frío), con la cayada apoyada en una sencilla mesa de tablero que le servía como escritorio, unas sillas un tanto desvencijadas y, por supuesto, con el cartel que anunciaba el sellado de la credencial.
Sirva este humilde homenaje de mi mujer y mío especialmente a Felisa, con quien compartimos conversación mientras degustábamos unas brevas recién cortadas de su higuera en una mañana de un calor asfixiante, y por extensión a su hija María, por todo el bien que durante más de 40 años pusieron a disposición de los peregrinos. Descansen en paz