ASEO CORPORAL EN LAVACOLLA
Se sabe que los peregrinos, tras sus largas caminatas hacia la tumba del apóstol Santiago y ya muy cercanos a la meta jacobea preparaban su entrada a la ciudad limpiando su cuerpo. Así, al pasar por Lavacolla, junto a un frío arroyo denominado A Sionlla y que Aymeric Picaud sitúa "en un paraje frondoso por el que pasa, a dos millas de Santiago, donde los peregrinos de nacionalidad francesa que se dirigían a Santiago se quitaban la ropa y, por amor al Apóstol, solían lavarse no sólo sus partes, sino la suciedad de todo el cuerpo" hacían tales menesteres. De esta costumbre, se supone, surgiría el nombre del lugar, derivado de "lava cola".
Por otra parte los lugareños más ancianos cuentan que sus
antepasados decían que el topónimo del lugar procede de “lava” y “colle” (lava
y recoge) para explicar que “se lavaba la ropa y se recogía para secarla”
Algunos
peregrinos actuales mantienen esa tradición medieval, si no les acucia el
tiempo, lavándose las manos, pies y cara, como rito de pureza corporal sin
poner en riesgo su persona pues la situación de la zona lo complica.