PARÓN EN EL
CAMINO
Los Caminos a
Santiago guardan silencio. La ruta de las estrellas hollada por millones de
peregrinos durante cientos de años se ha quedado sin caminantes. Se ha vaciado
a ritmo acelerado.
Así es. Desde finales
de febrero, sin conocerlo y sin esperarlo, nos visitó el denominado
CORONAVIRUS. Este microorganismo letal se inoculó en la vida de muchos de los
hogares de buena parte del mundo y les llena de dolor y destrucción. Desde
entonces su estancia entre nosotros permanece
truncando familias e ilusiones y, según los expertos, a la larga nos llevará
irremediablemente a una situación totalmente desconocida con la que tendremos
que habituarnos a convivir. Pero ante las adversidades es cuando hay que
mostrar lo mejor de cada uno para que con la colaboración de todos, ciudadanos
e instituciones, caiga derrotado y volvamos a disfrutar de la luz al final del túnel.
También en el mundo
jacobeo ha intervenido de forma violenta. Se ha cerrado la catedral de
Santiago, se han clausurado los albergues de peregrinos, entre ellos el de
Tordesillas, se ha restringido al máximo el tránsito de personas a través de
los pasos fronterizos, las diferentes rutas hacia el sepulcro del Apóstol se
han quedado sin gente, algunos de los foros jacobeos carecen de material para mantenerlos con la actividad
habitual. Esta es una pequeña muestra de la realidad que nos embarga.
El 13 de marzo, en
vísperas de la entrada en vigor del “estado de alarma” decretado por el
gobierno central, pernoctaban en el albergue de Tordesillas los peregrinos José
y Jesús, de Valencia y Toledo respectivamente. Comentábamos el cómo les
afectaría a ellos en su peregrinación. No habían tenido tiempo de asimilar su
nueva situación ni qué medidas tomar a partir de ese momento. Ambos
decidieron continuar la marcha al día
siguiente.
No era la hora del mediodía cuando me comunicaron que habían
decidido dejar el Camino y volverse a sus casas de inmediato. Eso mismo le
ocurrió a otros muchos que se encontraban dispersos por el territorio nacional.
A partir de ese momento todos los caminos duermen un letargo que es muy difícil
adivinar cuando se producirá su despertar.Mientras esa nueva situación llega es obligado ser optimistas de cara a los próximos meses.
No nos
podemos derrumbar por el agobio y el malestar del confinamiento en nuestros
hogares. Hay que levantarse cada día con espíritu renovado para enfrentarse a
la adversidad. Hay que poner en práctica todos los consejos que nos ofrecen los
expertos para atajar el avance de la pandemia. Hay, como creyentes, que disponer
de tiempo suficiente para elevar alguna oración de petición de ayuda al Padre
Dios.
Y como amantes del
Camino pidamos a nuestro patrón Santiago que nos “eche una mano” en estos
tiempos de miedo y sufrimiento como lo hizo con el ejército cristiano de Ramiro
II en Clavijo o con el príncipe Lobecio Privano, hijo de la reina Lupa en el
lugar de Bouzas, en la costa gallega.
Decir que desde el
albergue tordesillano se ha colaborado en la campaña de “quédate en casa” a
través de las redes sociales, a la vez que se han trasladado mensajes de
esperanza a todos los peregrinos. ULTREIA y SALUD.