PEREGRINO
SU MORADA ES EL CAMINO
Nos vamos a la parte final del Camino del Norte a unos 22 kilómetros de unirse al Camino Francés en Arzúa. En la localidad de Sobrado de los Monxes nos encontramos con el monasterio cisterciense de Santa María que alberga un magnífico y amplio albergue totalmente reformado en 2021. Los peregrinos suelen participar en los oficios religiosos de la comunidad celebrados en una “coqueta” capilla, entre ellos al rezo de las vísperas. Merece la pena compartir y vivir esa oración monacal.
Te ofrezco esta reflexión, obra de esa
comunidad del Císter, sobre lo que puede ser tu peregrinación:
“El
Camino de Santiago se ha convertido en una alegoría del itinerario vital e
interior que cualquier ser humano (ya sea creyente o no), debe recorrer para
encontrarse consigo mismo y con Dios. Es decir, que en la vida cada uno de
nosotros somos peregrinos a la búsqueda de sentido, de nosotros mismos, hacia
la intimidad con Dios.
Sabemos que el peregrino no tiene casa, su morada es el camino. Para ponerse a andar necesita ir lo menos cargado posible; por lo tanto debe deshacerse de todo aquello que es superfluo y quedarse con lo mínimo imprescindible.
El
camino es bello pero arduo; está sembrado tanto de sorpresas fascinantes como
de dificultades de todo tipo. El peregrino disfruta de la novedad del paisaje,
al tiempo que padece física y psíquicamente el cansancio extenuante; se siente
aliviado al desconectarse de su cotidianeidad, si bien recuerda con añoranza
todo lo que ha dejado atrás; las etapas interminables son recompensadas a
diario por la satisfacción que produce el cumplimiento del objetivo propuesto,
pero le recuerdan al peregrino que no son la meta final; la esperanza ante los
progresos que va alcanzando se alterna con la aparición imprevista del absurdo
en los momentos de desfallecimiento; la seguridad de ver que va adquiriendo su
propio ritmo, se sucede de la incertidumbre ante una nueva jornada, que el
peregrino experimenta como un misterio, pues no conoce los avatares agradables
o desagradables que le depararán…
Al
peregrino las circunstancias le obligan a encontrarse a sí mismo al desnudo. A
medida que camina, se le va desvelando lo que es: un sinfín de ruidos
interiores, de relaciones, de reacciones, de sentimientos, unos luminosos y
otros sombríos, que se van sucediendo ante el espectador asombrado, que es uno
mismo.
Metido en esta dinámica, imperceptiblemente, el peregrino siente cómo va aligerándose su equipaje, cómo se devalúan las creencias, cómo se difuminan las fronteras divisorias, cómo va despojándose de aditamentos de toda clase, cómo va abriéndose a una libertad desconocida hasta entonces, cómo gratuitamente, de improviso, recobra la frescura en las relaciones humanas… El amor solidario y la libertad salen a su paso, lo invaden y lo inundan, y tiene la sensación de que siempre estuvieron ahí, a la espera de revelarse y ser acogidos. Es como si lo más auténtico de uno mismo aflorase incontenible y espontáneamente. Dios mismo sale a su encuentro en el desvelamiento de su verdadera identidad como ser humano. Él mismo, Dios mismo… en el camino.
Todos somos invitados, como peregrinos, a comenzar o a continuar el camino emprendido, es decir, a vivir la propia vida con integridad y a la altura de nuestra dignidad como seres humanos, para crear unas relaciones interpersonales e internacionales más justas, solidarias y fraternales.
Que el apóstol Santiago, el Señor Santiago, sea una referencia constante que nos estimule en esta bella aventura, en esta peregrinación al encuentro con uno mismo, con los demás seres humanos y con Dios.”
La
Comunidad de monjes de Sobrado te desea una feliz peregrinación.
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