AL SEÑOR SANTIAGO;
UN PEREGRINO DE DIOS
No hay distancias para un peregrino,
sino caminos que nos llevan
por todo el mundo,
veredas que nos acercan,
vías que nos reconducen,
rutas que nos enraízan,
calzadas que nos recuerdan tus pasos;
sí, a ti Señor Santiago, enhebro mi plegaria
a vos, que continuas hermanando fronteras,
que te hiciste andariego buscando las huellas de Cristo
y que hoy, nosotros, demandamos tu amparo.
Para un peregrino no hay distancias,
sino afectos que nos reconcilian,
abrazos que nos abrazan,
vínculos que nos hermanan,
y como tú, Señor Santiago,
también queremos ser caminantes de luz,
viandantes de esperanza,
transeúntes de vida,
pues estamos ansiosos por refrescar el alma,
con el ejemplo palpitante de tu existencia,
y con el modelo vibrante de tu peregrinaje.
Enséñanos, Apóstol Santiago,
a ser más poesía en la poesía,
más de Dios en Dios,
más del ser en el ser humano,
y que después de reencontrarnos
tras nuestras andanzas errantes,
conquistemos, reconquistada la fuerza del Amor,
la paz en todos los pueblos,
la armonía en todas las almas,
sabiendo que en Cristo se halla el verdadero
Camino, la auténtica Verdad, y la Vida más Vida.
Víctor Corcoba Herrero
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