EL CAMINO NO ES RUTA TURÍSTICA
En la
sección de Opinión del Diario de Valladolid y con fecha 10 de enero de 2.018
podemos leer un artículo de Javier Pérez Andrés titulado “El camino no es ruta
turística”. Javier lleva muchos años de ejercicio profesional en el periodismo
y es un gran conocedor del Camino de Santiago, habiéndolo demostrado en sus numerosos
trabajos, tanto escritos como audiovisuales, que ha dedicado al tema. Es un
escritor al que no le duelen prendas al tratar sobre un asunto determinado como
se puede comprobar en este que traigo al blog. Con su permiso expreso,
transcribo íntegramente esta reflexión sobre “el camino” con la que coincido plenamente.
Siempre ha sido muy crítico con muchas de las cosas que se envuelven en el traje de la peregrinación y
ahora lo vuelve a ser una vez más. Aquí va su contenido con la sana intención de que sirva para profundizar, cada cual desde su posición, en la responsabilidad que nos confiere el estar ligado de una u otra forma a "estas rutas milenarias.

“EL Camino se nos desborda y, en esta riada, nos
jugamos declaraciones de Patrimonio de la Humanidad, proyectos de protección y
ayudas, la defensa de un itinerario medieval prácticamente intacto y una
peregrinación de hondo calado religioso. Se nos desborda porque lo hemos dejado
de la mano de Dios. Los peregrinos se nos salen de la linde. Es preocupante la
escasa presencia física y moral del Comisariado de los Caminos que, desde la
Junta, con mucho acierto se decretó hace años para establecer sinergias y contacto
permanente con las asociaciones, los albergues, los peregrinos, la
señalización, el calendario social y cultural, y el control estadístico durante
años jacobeos y no jacobeos, en invierno y en verano. Pero ya no es así. No
bastan las cifras que solo satisfacen titulares de periódicos. Nadie analiza,
desde dentro, los verdaderos perfiles de hospitaleros, peregrinos y
voluntarios, así como los albergues y refugios, privados, municipales u otros
‘sitios de dormir’.
No se puede perder el contacto con el fenómeno del Camino. Se trata de primar y
proteger al voluntariado; aplaudir y legalizar la gratuidad, porque es el
germen jacobeo más genuino y el garante del hecho santiaguista; detener el
cachondeo de la señalización, y destacar al resto de los caminos jacobeos con
un protagonismo mayor del que tienen, aunque el francés sea la columna
vertebral. Y, sobre todo, no perder la toma de tierra. Hagamos la prueba del
algodón: ¿Alguien sabe cuántos albergues estaban abiertos este fin de semana en
los trece caminos jacobeos de Castilla y León? ¿Y cuántos peregrinos se
quedaron atrapados por la nieve? ¿Cuántos albergues estaban cerrados en tramos
de 30 kilómetros?

Un director General de Patrimonio no es el mejor
coordinador del Comisariado de los Caminos. Ni tan siquiera el director General
de Turismo es el interlocutor más apropiado ante las asociaciones y albergues.
Aunque es competencia de su Consejería, ambas direcciones están más cerca de la
NASA que de los peregrinos. Si no me creen, háganles la citada prueba del
algodón. El Camino vino solo y el peregrino apareció mil años después siguiendo
una simple flecha amarilla. Lo hizo sin Plan Director, ni promoción ni campaña
turística ni normativas. Si no lo cuidamos, será imposible resucitar otra vez
su genoma medieval y espiritual. El Camino no es una ruta turística. Hubo una
vez un peregrino al que llamábamos Juanvi. Que le pregunten. Buen Camino.”
Decir que el albergue municipal de Tordesillas permanece abierto los 365 días del año atendido por cuatro hospitaleros.
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