viernes, 17 de enero de 2020


 EL NOMBRE DE SANTIAGO EN LA CIENCIA
 Asar Fernan Rodri es un escritor gallego nacido en Santiago de Partovía (Orense). Aunque se ha dedicado al mundo de la construcción no ha dejado de lado su faceta de escritor. Fruto de esa afición es la publicación de un libro titulado “Tras la huella de Santiago hasta la fundación de Compostela”. Así mismo ha elaborado otros trabajos como el que podemos leer en este post con el llamativo encabezamiento de  “El nombre de Santiago en la ciencia”.
Es axiomático que la naturaleza influyó y de alguna manera determinó los Caminos y las peregrinaciones que por ellos fluyeron y todavía fluyen. Pero no es menos cierto –aunque menos conocido-- que la tradición compostelana y jacobea, incidió y mucho, en la ciencia realizada por el ser humano. El Camino fue un paso importante de llegada de las novedades científicas surgidas en el resto de Europa y una forma de intercambio cultural muy influyente en la ciencia que se realizaba en Galicia.
El Camino de Santiago echó mano de muchos productos naturales para crear su simbología, como es el caso de la concha, la calabaza, el incienso, el bordón..., pero no es menos cierto que la ciencia se hizo eco de la tradición jacobea para nombrar algunos de sus descubrimientos, plasmando así una reciprocidad valiosa que une vida y cultura. La Taxonomía científica tiene claros ejemplos de esta influencia en el trabajo científico pasado y presente con ejemplos que abarcan las tres ramas históricas. 
Jacinto de Compostela
En la Botánica son muchos los ejemplos de esta tradición, destacando entre ellos la hierba de Santiago (Senecio jacobaeae) Además de su nombre vulgar y científico claramente jacobeos, esta planta ruderal, típica de la orilla de los caminos, tiene una larga historia de aplicación de sus propiedades curativas. La hierba de Santiago fue también la causa de que una especie zoológica, la Tyria jacobaeae, lleve la señal de Santiago, pues el nombre de esta deslumbrante mariposa derivó de su dependencia del Senecio jacobaeae.
Hierba de Santiago
Pecten Jacobeus
En el campo de la Zoología precisamente la Pecten jacobeus fue una de las primeras especies que se dedicó a Santiago, descrita por Carlos Linneo, en 1758. Sorprende que el padre de la Zoología moderna –Carlos Linneo-- le diese el nombre específico "jacobeae" a la vieira del Mediterráneo (Pecten jacobeus) y no a la que fue origen de nuestro símbolo: la vieira que vive en las costas gallegas (Pecten maximus). 
Forma parte también de la tradición popular el "santiaguiño" (Scyllarus arctus), un crustáceo decápodo que recibe este nombre porque, si nos fijamos un poco, es posible adivinar en la parte superior de su exoesqueleto la silueta de la cruz de Santiago.
En Geología, una de las piezas con más historia jacobea es la variedad hematoidea del cuarzo, denominada "jacinto de Compostela". Sin embargo, en Compostela y sus alrededores, aunque abunda el cuarzo, no existen yacimientos de esta variedad. El nombre tiene su origen en que los peregrinos, sobre todo los procedentes de la zona levantina, traían a Compostela, y quizás vendían o cambiaban aquí los pequeños cristales de jacinto que recogían en los afloramientos de las margas irisadas del Keuper –piso del período Triásico de la era Secundaria-- que encontraban en su camino a través de la Península.
Esta usanza de recurrir al mundo jacobeo para bautizar diversas especies, se había iniciado en el departamento de Química Orgánica de la Universidad de Santiago, hace ya bastantes años, cuando los profesores Ignacio Ribas y Pastor Taladrid asignaron el nombre de "santiaguina" a un alcaloide aislado de las hojas del codeso de Galicia (Adenocarpus complicatus). 
Santiaguiño
Posteriormente, otros profesores continuaron esta tradición dándole a los alcaloides extraídos de variedades de las plantas Sarcocapnos sp, los nombres de "oxocompostellina", "yagonina" y "aristoyagonina", todos ellos con innegables connotaciones jacobeas. Hace unos años, la asterosaponina extraída de una estrella de mar procedente de la Antártida, la llamada Neosmilaster georgianus, recibió el nombre de "santiagósido". En este caso el homenaje aunaba a dos ciudades, Santiago de Compostela y Santiago de Chile, de cuyas Universidades procedían los autores de la investigación.
Tyria Jacobaeae
... Cabeza sin las piezas bucales, más ancha que larga. Los ojos, casi tan largos como las mejillas, y entre un ojo y el otro, se observa una fina línea transversal que no llega a alcanzarlos. Mandíbulas muy grandes, asimétricas, con dos dientes en su lado interno. Su tamaño es diminuto, apenas unos milímetros... Pero no se crean, no estoy describiendo
– aunque lo hago de forma somera--, nada que tenga que ver con los humanos, sino con una nueva especie de pequeño coleóptero recogido en las proximidades de Compostela en 1979, concretamente en el Monte Pedroso, al oeste de la ciudad, por Biólogos del departamento universitario de Biología Animal de la USC, que a la hora de ponerle nombre, no se lo pensaron mucho y recurrieron --y en este caso con mucha más razón--, al sugerente nombre jacobeo: Colenis (Carcharodes) compostellae.
En la actualidad, esta hermosa influencia jacobea sigue manteniéndose y los equipos de investigación de las modernas facultades continúan dando el nombre de Santiago a los resultados de sus trabajos.
La influencia de lo jacobeo rezuma por todas partes”.

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