lunes, 18 de noviembre de 2019

EL CARDENAL ARZOBISPO DE VALLADOLID HABLA DEL “CAMINO”
A primeros del mes de octubre se reunió en Santiago de Compostela el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa para celebrar la Asamblea Plenaria. Uno de sus objetivos fue dar a conocer a los obispos presidentes el Año Santo de 2021 y la importancia de la peregrinación a Compostela.
D. Ricardo Blázquez, Cardenal Arzobispo de Valladolid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española dio la bienvenida a los participantes. De su locución transcribo algunos párrafos en los que hace referencia expresa al Camino de Santiago que pueden servir de reflexión a cuantos se dirigen en peregrinación hacia el sepulcro del Apóstol en la catedral compostelana.
“La ciudad de Compostela y su catedral conservan cuidadosamente la tumba y la memoria apostólica de Santiago, con quien está vinculada tradicionalmente la evangelización de España. Él fue discípulo, apóstol y mártir de nuestro Señor Jesucristo; mensajero y maestro del Evangelio, defensor de la Iglesia y guía de peregrinos. Hasta la tumba de Santiago desde el centro de Europa han peregrinado incontables personas, siglo tras siglo, buscando la “gran perdonanza” y la renovación de la vida cristiana. “Europa nació peregrinando”, escribió Goethe. En el Occidente europeo, en este Finisterre, fue Santiago de Compostela un astro brillante de nuestros pueblos y nuestras gentes. La peregrinación desde hace decenios ha experimentado un crecimiento incesante y admirable. Como el número de peregrinos aumenta cada año, la Diócesis compostelana es consciente de la peculiar misión que ha recibido en el interior de la Comunión eclesial. En esta perspectiva se sitúa también la invitación que se nos ha hecho como Presidentes de Conferencias Episcopales de Europa.
Cada peregrino, cuando se pone en camino, lleva en su interior unas expectativas, que al final no se ven frustradas sino insospechadamente cumplidas. Buscan despertar y fortalecer la fe, reavivar la conciencia religiosa, levantarse de comodidades paralizantes, sacudir el sopor de la indiferencia, reavivar una historia secular, centrar la vida en lo verdaderamente importante, desembarazarse de prisas y cargas innecesarias, refugiarse en el silencio del camino largo, animar la solidaridad con otros hombres y mujeres; ayudar a los fatigados de la vida; y cuando se entra por el Pórtico de la Gloria en la catedral, redescubrir que la meta de la vida humana no está en este mundo y en la historia; con unas palabras de la tradición jacobea: “ultreya” (más allá) y “esuseya” (más arriba). Santiago como meta de peregrinos es parábola de otra meta adonde todo hombre, con mayor o menor reconocimiento, aspira. El Camino de Santiago es memoria secular y actualidad elocuente.
El famoso “Codex Callistinus”, manual de textos litúrgicos y musicales para la celebración de las fiestas de Santiago, primera guía de viajes y de peregrinos de Occidente, ha sido bellamente editado hace algunos años. La Unesco lo incluyó el año 2017 en el “Registro de la memoria del Mundo” como perteneciente al patrimonio documental internacional que debe ser custodiado como inolvidable espejo de la historia. Pues bien, si el Códice es memoria del mundo, más honda está en las entrañas de la humanidad la Memoria cristiana de la que es documento el precioso libro.
El tema elegido para esta Asamblea Plenaria de Presidentes de Conferencias Episcopales de Europa que estamos comenzando, “¿Europa, tiempo de despertar? Los signos de la Esperanza”, tiene en Santiago de Compostela un ámbito muy apropiado para la reflexión y el diálogo. La esperanza se nutre también de la memoria; una Europa desmemoriada es una Europa titubeante en el camino hacia el futuro. Reitero mi saludo a todos. ¡Que el Apóstol oriente nuestros pasos! ¡Que descubramos sus huellas en el presente de Europa!”

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