HISTORIAS DE PEREGRINOS EN TORDESILLAS
26 de mayo 2019 Dominique y
Alain de Paimpont (Francia).
“Nos hemos encontrado con un camino perfectamente
señalizado lo que da tranquilidad” es lo primero que nos dicen la pareja de
franceses que pernoctan hoy en el albergue municipal de Tordesillas
(Valladolid), en el Camino del Sureste. Dominique y Alain, peregrinos de
Paimpont (Bretaña francesa) perfectamente organizados y con una programación
muy detallada, salieron desde Valencia
con la idea de llegar a Santiago tomando el Camino Real de Invierno en
Ponferrada. Ya han realizado otras rutas jacobeas (Norte, Vía de la Plata,
Francés desde Vezelay…) y les encantan estas otras alternativas mucho más
tranquilas. Dominique cumple años mañana, lunes, por lo que le deseamos una
jornada placentera en este caminar hacia la Ciudad Santa. Buen camino, amigos.
30 de mayo 2019 Juan Manuel de
Ávila y Pedro José de Simancas.
Los
veteranos peregrinos Juan Manuel Soler y Pedró José Ogalla partieron hacia
Santiago desde Gotarrendura, aunque sin prisa, al tran tran y según vayan
aconteciendo los días. En principio les acompañaba
otro compañero que tuvo que volverse a casa por motivos personales y ellos irán
quemando etapas a través del camino del Sureste y después por el Francés.
La anécdota la protagonizó Juan Manuel que nos comentaba que hace unos 4 años pernoctó en el albergue de Tordesillas y se dejó olvidado un almohadón de cama, con la correspondiente bronca que le cayó al llegar a casa ya que dejó incompleto el juego de cama. Cuando estaba diciendo que no lo reclamaba, ¡Sorpresa! Aparece el susodicho almohadón por lo que le hizo una foto y se la mandó a su mujer para advertirla que el almohadón, por fin volvía a casa. Agradecido de que aún lo conserváramos, le dijimos que en el albergue de Tordesillas todas las pertenencias olvidadas se guardan por si quizá algún día el peregrino vuelve y puede recuperarlo, como así ocurrió esta vez.
La anécdota la protagonizó Juan Manuel que nos comentaba que hace unos 4 años pernoctó en el albergue de Tordesillas y se dejó olvidado un almohadón de cama, con la correspondiente bronca que le cayó al llegar a casa ya que dejó incompleto el juego de cama. Cuando estaba diciendo que no lo reclamaba, ¡Sorpresa! Aparece el susodicho almohadón por lo que le hizo una foto y se la mandó a su mujer para advertirla que el almohadón, por fin volvía a casa. Agradecido de que aún lo conserváramos, le dijimos que en el albergue de Tordesillas todas las pertenencias olvidadas se guardan por si quizá algún día el peregrino vuelve y puede recuperarlo, como así ocurrió esta vez.
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