domingo, 19 de agosto de 2018


GERMEN DE LAS PEREGRINACIONES Y LOS CAMINOS
Damos un salto al siglo  IX y más concretamente al año 813 (para otros estudiosos 820 – 830) hasta Galicia, por aquel entonces perteneciente al reino de Asturias, donde reinaba Alfonso II en Casto.
La leyenda nos dice que en el bosque del monte Libredón, cercano a la aldea de Solovio, vivía un anacoreta llamado Pelayo (Paio, Pelagio). Este ermitaño observó durante varias noches consecutivas unas voces celestiales acompañadas de resplandores misteriosos como si fueran lluvias de estrellas recibiendo, a su vez,  en sueños el oráculo de los ángeles de que se trataba de los restos del Apóstol.
Los fieles que compartían el conocimiento del fenómeno, informan a Teodomiro, obispo de la sede de Iria Flavia, actual Padrón, quien ante su testimonio, se presentó en el lugar, y sorprendido por el hallazgo, ordenó a la comitiva guardar tres días de ayuno, tras los que mandó abrir brecha en el bosque para ver lo que contenía, y descubre en medio de la espesura, al pie de un roble, un pequeño altar con tres monumentos funerarios (el Arca Marmárea). Uno de ellos guardaba en su interior un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo. A su lado, un letrero rezaba:”Aquí yace Santiago, hijo del Zebedeo y Salomé”. El túmulo sepulcral se completaba con dos tumbas menores correspondientes a sus discípulos Atanasio y Teodoro, protagonistas de la Traslatio del cuerpo de Santiago desde Palestina hasta las costas gallegas.

El obispo reconoció este hecho como un milagro e informó al rey Alfonso II de Asturias. El monarca organiza un viaje a este lugar rodeado de sus principales nobles, y al llegar al citado “Campo de Estrellas” (Compostela) manda la construcción de una pequeña iglesia de piedra y barro con una sola nave que acogiera el mausoleo. Esto ocurría en el año 834. Junto a ella se levantaron las iglesias de San Salvador y de San Juan, el monasterio de Antealtares y el palacio episcopal, conjunto que se acotó con una muralla definiendo un recinto que constituía el Locus Sanctus Iacobi.

Este viaje del monarca desde Oviedo hasta Compostela será considerado como la primera peregrinación oficial al lugar santo, generando lo que hoy denominamos Camino Primitivo.

Esta historia está recogida en un escrito de 1077 conocido por la Concordia de Antealtares. Dice el texto:
    No hay duda alguna y para algunos es claro, como el testimonio del Papa León, que el bienaventurado Apóstol Santiago, degollado en Jerusalén y llevado por sus discípulos a Joppe (Haifa), y después de algún tiempo fue trasladado por el mar al extremo de Hispania, guiado por la mano de Dios, y fue sepultado en el extremo de Gallecia permaneciendo oculto mucho tiempo. Pero como la luz en las tinieblas, o una candela bajo el celemín no pueden permanecer mucho tiempo, con la ayuda de la divina providencia, en tiempo del serenísimo rey don Alfonso, llamado el Casto, un anacoreta de nombre Pelayo, que vivía cercano del sepulcro del Apóstol, tuvo en principio una revelación por medio de Ángeles: después se manifiesta como muchas lucecitas a los fieles que estaban en las iglesias de San Félix de Lovio; los que buscando consejo, visitaron al obispo de Iria Teodomiro y le contaron la visión. El cual, después de un ayuno de tres días, con gran cantidad de fieles, encontró el sepulcro del bienaventurado Apóstol, cubierto con piedras de mármol. Y, lleno de enorme alegría llamó enseguida al citado religiosísimo rey; el cual como era guardador de la castidad y amador de la santidad se apresuró a construir de momento una iglesia en honor del mismo Apóstol…
Esta noticia sobre el descubrimiento del Sepulcro de Santiago atrajo a creyentes cristianos de todo el mundo y el culto al Apóstol se extendió tanto, (aunque con ciertos altibajos época dorada XII y XIII y casi desaparece desde mediados del XVI al XIX)   que se convirtió en la más importante ruta de peregrinación de la Europa Medieval. El paso de los innumerables peregrinos que, movidos por su fe, se dirigían a Compostela desde todos los países europeos, sirvió como punto de partida de todo un desarrollo artístico, cultural, social y económico que dejó sus huellas a lo largo de todo el Camino de Santiago creándose así las diferentes rutas del Camino de Santiago

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